Adquirir una actitud receptiva ante la variedad de alimentos.
Conocer la importancia de seguir una dieta equilibrada.
Probar nuevos sabores y texturas.
Aprender a comer cantidades equilibradas en función de la edad y el aporte nutricional de cada alimento.
Aprender a escuchar el propio cuerpo a la hora de alimentarnos.
Adquirir un ritmo saludable a la hora de comer.
